CUENTO BREVE

-Sí -volvió a contestar el Aire en su oído izquierdo.
-No me vas a contar nada más, ¿verdad? -dijo Ayla un poco molesta.
-Verdad -respondió el Aire revolviendo el pelo de Ayla y dando por concluida la conversación.
El bosque se encontraba ya a pocos metros y cada vez que Ayla pensaba en la clase de monstruos y bestias que podía encontrar en aquel lugar tan oscuro y frío, le flojeaban las piernas. El miedo quiso obligarla a correr en sentido contrario pero, antes de que tuviera tiempo de conseguirlo, Ayla se encontró rodeada por los enormes y centenarios árboles del tenebroso bosque.
La niña se obligó a ir con cuidado, a vigilar cada sombra, a sospechar de cada ruido, aunque lo que de verdad le apetecía era hacer caso al miedo y salir corriendo a la máxima velocidad que pudieran sus piernas. Cualquier pequeño crujido la hacía saltar y cualquier minúsculo movimiento la hacía detenerse con el corazón a punto de escapar por su garganta.
De improviso algo pasó a toda velocidad junto a Ayla. Ese mismo algo, sin detenerse, le tocó el brazo y ese mismo, mismísimo algo, emitió un sonido parecido a: “¡Tuuuuvaaaashhhhh!”, o algo por el estilo. Ayla se giró en la dirección hacia la que la cosa había corrido pero no vio nada. El silencio y la quietud volvieron al bosque y Ayla siguió su camino con más cautela que antes.
Y entonces volvió a ocurrir: la misteriosa sombra pasó a su lado tan velozmente que lo único que pudo ver fue un montón de hojas que volaban en todas direcciones, y la misma voz de antes volvió a lanzar aquel extraño: “¡Tuuuuvaaaaaaaaaashhhhh!”. Volvió Ayla a girarse para intentar averiguar qué cosa monstruosa era esa que la acosaba, pero tampoco esta vez vio nada más que las hojas y ramitas que salían despedidas en todas direcciones al paso de “aquello”.
Ayla estaba cada vez más asustada. ¿Qué era esa cosa? ¿Era animal, vegetal o mineral? ¿Por qué la acosaba de aquella manera tan extraña? Se quedó quieta y esperó que aquello volviera a aparecer, pero tras unos minutos de espera sin que regresara, decidió seguir adelante.
Y entonces, cuando menos se lo esperaba, volvió a ocurrir.
Una ráfaga de aire, un toque en el hombro y aquel curioso alarido: “¡Tuuuuuvaaaaash!”
Ayla se dio la vuelta rápidamente y se quedó sentada -una vez más- en el suelo del susto que se llevó al encontrarse frente a un canguro con una ridícula pajarita de color rojo brillante que, cruzado de brazos, le espetaba:

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comenta es gratis!

LO MAS RECIENTE!

EL LAPIZ CONSCIENTE CRISTIANO? By: @PrestolRD